5. Segundo: advirtió también que el hombre perdería su respeto por la mujer y "ya no se preocuparía de su equilibrio físico y psicológico", al punto tal que la consideraría "como simple instrumento de goce egoísta y no como su respetada y amada compañera". En otras palabras, según el Papa, la anticoncepción puede ser presentada como liberadora para la mujer, pero los auténticos "beneficiarios" de la píldoras y dispositivos de control de la natalidad son los hombres. Tres décadas más tarde, exactamente como Pablo VI sugirió, la anticoncepción ha liberado al hombre —a un nivel históricamente sin precedentes— de la responsabilidad por sus agresiones sexuales. En el proceso, una de las más extrañas ironías del debate sobre la anticoncepción en la última generación ha sido la siguiente: muchas feministas han atacado a la Iglesia Católica por su alegada desatención hacia la mujer, pero la Iglesia en la Humanae Vitae identificó y rechazó la explotación sexual de la mujer años antes que aquel mensaje entrara en vigencia en la cultura. Una vez más, Pablo VI tenía razón.