19. Pido a mis hermanos sacerdotes que examinen sus propias prácticas pastorales, para asegurarse de estar presentando fiel y sugerentemente la enseñanza de la Iglesia sobre estos asuntos en todos sus trabajos pastorales. Nuestra gente merece la verdad sobre la sexualidad humana y la dignidad del matrimonio. Para realizar esto, pido a los pastores leer y poner en práctica el Vademécum para Confesores sobre algunos aspectos de moral conyugal, así como estudiar la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la planificación familiar. Les exhorto a que nombren coordinadores parroquiales para facilitar la presentación de la enseñanza católica sobre el matrimonio y la planificación familiar, especialmente la planificación familiar natural. La anticoncepción es un asunto grave. Las parejas casadas necesitan el buen consejo de la Iglesia para realizar las decisiones correctas. La mayoría de los católicos casados acogen la guía de los sacerdotes, y los sacerdotes nunca se deberían sentir intimidados por su compromiso personal al celibato, o avergonzados por la enseñanza de la Iglesia. Avergonzarse de la enseñanza de la Iglesia es avergonzarse de la enseñanza de Cristo. La experiencia pastoral y el consejo de un sacerdote son valiosos en asuntos como la anticoncepción precisamente porque presenta una nueva perspectiva para una pareja y habla por toda la Iglesia. Más aún, la manifestación de la fidelidad de un sacerdote a su propia vocación fortalece a las parejas casadas para que ellas vivan su vocación con mayor fidelidad.