2. Tarde o temprano, todo pastor aconseja a alguien que está luchando contra una adicción. Normalmente el problema es alcohol o drogas. Y normalmente el escenario es el mismo. El adicto reconocerá el problema pero manifestará ser impotente ante él. O, alternativamente, el adicto negará tener un problema, aunque la adicción esté destruyendo su salud y arruinando su trabajo y su familia. No importa cuánto sentido tenga el pastor; no importa qué tan verídicos y persuasivos sean sus argumentos; y no importa qué tan en riesgo esté su vida, el adicto simplemente no puede entender —o actuar según— el consejo. La adicción, como una gruesa capa de vidrio, separa al adicto de cualquier cosa o persona que lo pueda ayudar.